Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, se despide de la presidencia de México en medio de un torbellino de críticas, promesas incumplidas y un legado que polariza al país. A sus 71 años, el líder que emergió como símbolo de cambio y esperanza, ahora enfrenta un torrente de cuestionamientos sobre su gestión y su impacto en la nación.

Desde su llegada al poder en 2018, AMLO prometió una transformación radical, combatiendo la corrupción y la desigualdad. Sin embargo, su administración se ha visto envuelta en escándalos de militarización, crisis institucionales y un creciente descontento social. La reciente revelación de secretos oscuros de su gobierno ha conmocionado incluso a sus antiguos aliados, dejando al descubierto el precio del poder que pagó el país.

La narrativa de un presidente que comenzó su carrera política con la promesa de justicia social se ha desdibujado. La militarización de funciones civiles y la erosión de instituciones democráticas como el Instituto Nacional Electoral han generado alarmas entre analistas y ciudadanos. Mientras tanto, la violencia y la impunidad han alcanzado niveles alarmantes, con cifras de homicidios que siguen rompiendo récords.

A pesar de estos desafíos, AMLO ha mantenido un apoyo sólido entre las clases populares, gracias a programas sociales que han beneficiado a millones. Sin embargo, la polarización crece, y sectores urbanos cuestionan su retórica y decisiones, viéndolo como un líder autoritario.

En su última aparición pública, AMLO agradeció al pueblo y expresó su deseo de descansar en su hogar en Palenque, Chiapas. Con su salida del escenario político, México se enfrenta a un futuro incierto, donde su figura seguirá siendo objeto de debate. ¿Fue un verdadero transformador o simplemente otro político más en la historia del país? La respuesta a esta pregunta resonará en las calles y en la memoria colectiva durante años.