**LA PRESA INFLUENCER, el verdadero “EN EL BARRO”: ESTÁ CONDENADA por ASESINATO**
Una impactante revelación sacude las redes sociales: María Paola Galeano, conocida como Malala, una influencer con más de 300,000 seguidores en TikTok y Facebook, se encuentra tras las rejas, condenada a 13 años de prisión por homicidio en ocasión de robo. La noticia ha dejado a muchos atónitos, especialmente al descubrir que, a pesar de su encarcelamiento, Malala ha logrado convertirse en una sensación viral desde su celda en la unidad número 40 de Lomas de Zamora.
En un entorno que debería ser sombrío, Malala ha encontrado su voz a través de coreografías de reggaetón y videos en TikTok, donde muestra su vida detrás de las rejas. Con un celda pintada de rosa y un estilo de vida que desafía las normas carcelarias, su contenido ha capturado la atención de miles, generando tanto admiración como controversia. Aunque el uso de redes sociales en prisión está prohibido, Malala ha declarado que este es su “modus vivendi”, argumentando que no hace daño a nadie.
Sin embargo, la situación es alarmante. La Suprema Corte bonaerense permitió el uso de celulares durante la pandemia, pero esto ha llevado a un fenómeno inquietante: el uso de redes sociales por reclusos para compartir contenido que oscila entre lo inofensivo y lo peligroso. Malala, a pesar de las sanciones y requisas, sigue recuperando su celular, convirtiéndose en un símbolo de una realidad carcelaria que muchos prefieren ignorar.
Mientras la audiencia debate la ética de su influencia, Malala continúa desafiando las expectativas. “Siempre recupero el celular”, afirma, dejando claro que su vida como influencer es su única salida. La viralización de su historia plantea preguntas sobre el sistema penitenciario y el acceso a la tecnología en las cárceles. En medio de este torbellino, la historia de María Paola Galeano se convierte en un reflejo de una sociedad cada vez más fascinada por el mundo delictivo, donde la línea entre la vida y el espectáculo se difumina.