Un giro inesperado ha sacudido el mundo del espectáculo y la paternidad en Argentina y más allá. La separación entre la actriz China Suárez y el actor Benjamín Vicuña, que parecía una ruptura civilizada, ha escalado a una guerra fría que podría tener consecuencias legales internacionales. En un impactante giro de los acontecimientos, Vicuña reveló que se enteró por los medios de que sus hijos, Magnolia y Amancio, habían comenzado la escuela en Estambul, Turquía, donde Suárez ha decidido establecerse temporalmente.
La situación se torna crítica cuando Vicuña, visiblemente angustiado, asegura que no fue informado de esta decisión y que la comunicación con Suárez se ha vuelto inexistente. “Llamo a mis hijos todos los días, pero la rutina ha cambiado”, declaró, dejando entrever la desesperación de un padre que siente que sus derechos están siendo vulnerados. Mientras tanto, Suárez contraataca, afirmando que él conocía la situación a través de los propios niños.
Este conflicto no solo afecta a la pareja, sino que pone en juego la estabilidad emocional de los menores involucrados. Fuentes cercanas a Vicuña revelan que está considerando una solicitud formal de restitución internacional de sus hijos, buscando restaurar su centro de vida en Argentina. Este proceso legal, que podría complicarse, involucra embajadas y tribunales de familia, y podría marcar el inicio de una batalla judicial sin precedentes.
Los rumores no se detienen ahí. Se habla de una relación romántica de Suárez con un empresario turco que podría haber influido en su decisión de mudarse. Además, hay inquietudes sobre el acuerdo de manutención y el costo de vida en Turquía, lo que añade una capa de tensión económica al conflicto.
La pregunta que todos se hacen es: ¿está Vicuña dispuesto a luchar hasta el final por sus hijos? La respuesta podría cambiar no solo sus vidas, sino también la percepción pública de esta mediática pareja. Este drama apenas comienza y promete más revelaciones explosivas.