En un giro inesperado en las relaciones entre Colombia y Estados Unidos, el presidente Gustavo Petro lanzó una contundente respuesta a las recientes amenazas de recorte de fondos por parte de la administración de Donald Trump. Durante una tensa sesión del Consejo de Ministros, Petro afirmó: “Llévese su plata, eso no es ayuda”, en un claro rechazo a la dependencia de la asistencia estadounidense que, según él, ha socavado la soberanía colombiana.
La declaración de Petro se produce en el contexto de un anuncio del Departamento de Eficiencia Gubernamental de Trump, que contempla la eliminación de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) o su reestructuración, lo que podría poner en riesgo múltiples programas vitales en Colombia. Estos incluyen asistencia para desplazados, nutrición, salud y justicia, áreas críticas que han dependido históricamente de la ayuda externa.
“¿Cómo es posible que centenares de funcionarios de migración sean pagados por Estados Unidos? Eso es veneno, no ayuda”, continuó Petro, enfatizando la necesidad de que Colombia gestione sus propios recursos y defienda su autonomía. Su discurso resonó con un fuerte sentido de nacionalismo, desafiando la narrativa de dependencia que ha marcado la relación bilateral durante décadas.
La tensión entre ambos países se intensifica, y el futuro de la cooperación internacional en Colombia pende de un hilo. Mientras el presidente colombiano se prepara para negociar, la comunidad internacional observa atentamente cómo se desarrollan estos acontecimientos. La pregunta que queda en el aire es: ¿podrá Colombia forjar un nuevo camino hacia la autosuficiencia, o quedará atrapada en las redes de la política estadounidense?