La música norteña ha perdido a uno de sus íconos más queridos: Rosendo Cantú, el último de Los Cadetes de Linares, ha fallecido, dejando a su familia y seguidores sumidos en el dolor. Su hijo, entre lágrimas, confirmó la devastadora noticia que nadie quería escuchar, marcando el final de una era musical que ha estado llena de éxitos, controversias y un legado en disputa.
Desde sus inicios junto a Homero Guerrero y Lupe Tiller, Rosendo se convirtió en una figura central del sonido inconfundible de Los Cadetes, una agrupación que ha resonado en el corazón de muchos. Sin embargo, su vida estuvo marcada por conflictos y secretos que pocos se atrevían a contar. A pesar de las críticas que lo señalaron como un oportunista, su carisma y su pasión por la música siempre brillaron en el escenario.
La historia de Rosendo es un testimonio de perseverancia. Desde sus humildes comienzos en el rancho, luchó por un sueño que lo llevó a convertirse en el alma de una de las bandas más legendarias de la música norteña. Con éxitos que han perdurado en el tiempo, como “La Gaviota Traidora” y “El Palomito”, su legado musical permanecerá en la memoria colectiva.
A medida que se desvelan los detalles de su vida, las especulaciones sobre su relación con la cantante Paty Cantú han resurgido, añadiendo un aire de misterio a su historia. Sin embargo, lo que queda claro es que la música de Rosendo ha dejado una huella imborrable en la cultura mexicana.
Hoy, el mundo de la música se despide de un gigante. Aunque su voz ya no resonará en los escenarios, su legado vivirá en cada acorde y en cada recuerdo de aquellos que lo amaron. La noticia de su partida nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de celebrar a aquellos que nos han dejado un impacto duradero.