Los médicos del Hospital Garrahan se movilizan enérgicamente en una protesta que comenzó a las 7 de la mañana, exigiendo reconocimiento y mejores condiciones laborales en medio de una crisis que amenaza la salud pública. Con una creciente presencia de profesionales, la situación se torna crítica, y las voces de quienes dedican sus vidas a cuidar a los niños resuenan con impotencia y frustración.
Malena, instrumentadora quirúrgica con 20 años de experiencia, expresa su dolor al ver cómo el gobierno prioriza la represión sobre la salud. “Amamos este lugar, pero no se nos reconoce. Hay dinero para comprar elementos de represión, pero no para mejorar el hospital”, declara, reflejando el sentimiento de muchos. La ministra Patricia Bullrich es señalada como símbolo de un sistema que ignora las necesidades de quienes trabajan en la primera línea de atención.
Gabriela, médica pediatra, comparte su angustia: “Estamos tristes y cansados. Queremos seguir trabajando, pero la situación es insostenible”. Los profesionales enfrentan una desvalorización salarial alarmante, con un poder adquisitivo que ha caído un 40%. Muchos se ven obligados a buscar empleo en el sector privado, dejando atrás su vocación y compromisos.
La marcha hacia el Congreso es inminente, y los médicos están decididos a hacer escuchar sus demandas. “Defendemos la salud pública y a nuestros pacientes. No nos rendiremos”, afirma Gabriela, mientras se preparan para alzar sus voces en un llamado urgente por el futuro del Hospital Garrahan.
La salud de los niños argentinos está en juego, y la lucha de estos profesionales es un grito desesperado por justicia y dignidad en el ejercicio de su labor. La situación es crítica y el tiempo apremia. La comunidad debe unirse a esta causa vital.