En un mundo sumido en crisis, la búsqueda de la felicidad se convierte en un tema candente. En una reciente conversación entre Darío Sztajnszrajber y Adrián Murano, se planteó la inquietante pregunta: ¿es posible ser feliz en un entorno que se desmorona? La angustia social ha aumentado drásticamente, y las estadísticas sugieren que para 2050, la depresión podría ser el principal padecimiento global.
Sztajnszrajber, filósofo y autor, reflexionó sobre la dificultad de encontrar momentos de felicidad en medio de un caos creciente. Habló de la necesidad de crear “islitas” de felicidad, espacios individuales donde se pueda experimentar la satisfacción, incluso cuando el mundo exterior parece colapsar. En este contexto, la angustia se presenta no solo como un síntoma de la crisis, sino como una experiencia existencial que podría llevar a una mayor conexión con uno mismo.
La charla también abordó el impacto de la tecnología y las redes sociales en nuestras vidas, sugiriendo que la cultura de la inmediatez y el entretenimiento constante contribuyen a un estado de ansiedad colectiva. Sztajnszrajber argumentó que la creatividad, a menudo vista como un lujo en la sociedad moderna, podría ser la clave para escapar de esta angustia y encontrar un sentido más profundo de satisfacción.
A medida que el mundo enfrenta desafíos sin precedentes, la urgencia de esta conversación resuena con fuerza. La felicidad no es solo un destino, sino un viaje que puede ser moldeado incluso en los momentos más oscuros. La pregunta persiste: ¿cómo podemos encontrar esos oasis de felicidad en un mundo que parece estar en ruinas? La respuesta puede ser más compleja de lo que parece, pero la búsqueda es más necesaria que nunca.