Javier Milei, presidente de Argentina, ha desatado una ola de protestas tras presentar el Presupuesto 2026 en cadena nacional. El discurso, que prometía un futuro mejor, ha sido recibido con cacerolazos en barrios de diferentes estratos sociales en Buenos Aires, evidenciando el descontento generalizado hacia su gestión. A pesar de sus afirmaciones de que “lo peor ya pasó”, muchos argentinos consideran que estas palabras son una repetición de mentiras históricas que solo han llevado a más sufrimiento.
El anuncio de un incremento del 5% en partidas para el próximo año ha sido calificado de engañoso, ya que se basa en proyecciones de inflación que no reflejan la cruda realidad económica del país. La oposición critica que, mientras Milei promete mejoras, los recortes en áreas críticas como educación y salud son inminentes, con reducciones que podrían alcanzar hasta el 41% en términos reales. La sensación de frustración y desesperanza se ha apoderado de la población, que siente que el presidente no ha comprendido la gravedad de la crisis.
El panel de Duro de Domar, donde se debatió el discurso de Milei, coincidió en que no hay cambios significativos en el plan económico y que el ajuste es la única propuesta tangible del gobierno. La realidad es que Argentina se enfrenta a un panorama sombrío, con un dólar en alza y una economía que sigue desmoronándose. A medida que se intensifican las manifestaciones, la presión sobre Milei para que reconsidere su enfoque se vuelve cada vez más palpable. La pregunta que queda en el aire es: ¿podrá el presidente cambiar el rumbo antes de que sea demasiado tarde?